Un ejemplo de este desconocimiento del mar son las especies que se descubren cada año en las profundidades de los oceanos, en la profundidades abisales. Uno de estos descubrimientos es el Dragón de mar foliado. De los mares de Australia proviene una criatura especialmente rara, y un ejemplo de cómo la naturaleza otorgó a algunos animales la capacidad de camuflarse para garantizar la supervivencia.
Más que un pez marino, el Phycodurus eques se asemeja a las algas presentes en su hábitat natural. Se trata de un animal que mide alrededor de 45 centímetros de largo, y cuyas prolongacionesen formade hojas esconden la presencia de aletas, que le permiten desplazarse por las aguas.
Las incognitas para los biólogos y para todo el mundo científico también se suceden a nivel microoscopico. Es sabido, que existe la teoría de que el origen de la vida proviene de los mares, por lo que no es de extrañar que a niveles microoscopicos quede mucho por saber en estos ambientes.
En una de las últimas investigaciones realizadas se supó de la existencia de un nuevo tipo de bacterias.En las profundidades del mar Artico, científicos alemanes descubrieron especies de bacterias hasta ahora desconocidas, que consumen uno de los gases causantes del efecto invernadero.
Estos microorganismos viven del metano, un gas 25 veces más potente como causante del efecto invernadero que el dióxido de carbono.Las nuevas bacterias "comedoras de metano" contribuyen a la disminución del efecto invernadero aunque no en gran magnitud. Estos microorganismos viven en el volcán de lodo Haakon Mosby, que expulsa grandes cantidades de agua, lodo y gas desde varios miles de metros por debajo del lecho marino.
Hasta ahora se conoce poco sobre fuentes de metano en el lecho marino.Tampoco se sabe qué proporción de gas metano que sale del océano llega a la atmósfera e influye en el efecto invernadero.
En algunas fuentes de metano en el océano, el gas emergente es transformado en su totalidad por los microorganismos, indicó Eberhard Sauter, del Instituto Alfred Wegener, en Bremerhaven. Pero no es el caso en el volcán de lodo Haakon Mosby.
Pero este tipo de bacterías no es lo único que se sigue descubriendo a nivel microoscopico en los mares y oceános.
En la actualidad se analiza el fondo marino como si de una "farmacia" se tratase. Los científicos estudian también los microorganismos que viven en torno a las hendiduras y a las fuentes de aguas calientes submarinas, y que podrían producir valiosas sustancias bioquímicas. Las bacterias termófilas, por ejemplo, producen compuestos y enzimas con propiedades únicas puesto que pueden permanecer activos a las elevadas temperaturas en que viven estos organismos. El estudio de los microorganismos submarinos ya ha permitido descubrir algunas moléculas biológicas interesantes: se trata sobre todo de enzimas desconocidas, de antibióticos, de compuestos antialgas, de sustancias anticancerígenas y de azúcares segregados.
Bacterias extremofilas
Todas estas incógnitas empezarán a desaparecer con el paso del tiempo debido a la acción del ser humano, y lo poco que conocemos acabe por desaparecer. Los vertidos tóxicos, los hidrocarburos y el cambio climático ya han matado 245.000 kilómetros cuadrados de océano. La falta de oxígenos en las profundidades del mar está provocando la desaparición de cientos de especies.
Extraña criatura de las profundidades abisales |
No obstante como hemos hablado antes existen bacterias extremofilas capaces de sobrevivir en climas insospechados y por lo tanto, varíos científicos confian en su supervivencia, aunque desconocen que evolución pueden llegar a sufrir.
Existen zonas desprovistas de vida son las llamadas ‘zonas muertas’, en las cuales las únicas formas de vida son las de determinados microorganismos. Nuestro ritmo de vida y de consumo ha hecho que desde los años 60, el número de zonas muertas haya crecido de manera exponencial y los científicos se esperan lo peor: es probable que el fenómeno crezca a consecuencia del cambio climático.